Otro Golpe a la Democracia y la Cultura (Por Ana Rosemberg)
La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual es, quizás como ninguna otra, expresión del debate democrático, el producto más cercano a la democracia directa presenciado en Argentina en los últimos años a nivel nacional. Es fruto del debate a lo largo y a lo ancho del país, en plenarios donde se expresaron diversos sectores y actores, que constan en el mismísimo texto de la ley. No solo regula los monopolios y oligopolios mediáticos, sino que también enriquece y favorece otras expresiones como los medios comunitarios y las artes audiovisuales, en pos de una cultura plural e inclusiva.
El gobierno de Mauricio Macri habla de guerra contra el periodismo, habla de periodismo crítico e independiente del poder político. No se trata más que de una construcción de sentido común que no resiste el menor análisis. Los medios de comunicación pueden ser públicos, privados o comunitarios, y en el caso de los privados no se trata ni más ni menos que de empresas (ergo persiguen el lucro) que comercializan bienes simbólicos. La información es una mercancía que además, por tratarse de un bien simbólico es constituyente de la cultura.
Entonces, “el periodismo” son en realidad los medios que vehiculizan la información y que nos permiten, a los ciudadanos de a pie aprehender el mundo. Todo lo que conocemos más allá de nuestra acotada experiencia cotidiana está mediatizado, de allí el rol fundamental de los medios de comunicación.
Por otra parte, las políticas públicas pueden favorecer a unos u otros, y en esa puja se encuentran involucradas todas las empresas nacionales e internacionales que tienen intereses en el país. Por lo tanto, en ese juego político se encuentran también los medios de comunicación (especialmente los de organización privada).
Aclarado todo esto, no es posible habla de medios masivos críticos e independientes del poder político, porque justamente dependen de él para subsistir (o no), para acrecentar su capital (o no). Todo esto no es un invento argentino ni del kirchnerismo, es parte del “manual básico” de comunicación social en todo el mundo.
Por lo tanto, hablar del golpe a la cultura y la democracia con fórmulas extraídas del diccionario más liberal del sentido común es subestimar a los argentinos y argentinas, porque nos hemos educado, nos hemos empoderado y queremos dar un debate que sus eufemismos intentan acallar.