El abogado, el Presidente y el narco

Francisco Oneto está en el medio. Es el punto de contacto entre Javier Milei y Federico “Fred” Machado. Entre la presidencia libertaria y la Justicia norteamericana. Entre la mesa chica del poder y un expediente por narcotráfico. ¿Cómo llegó hasta ahí? Se formó en la UBA. Pero el verdadero salto lo dio en las redes, cuando lo comenzaron a llamar “abogado nivel Dios” y empezó a viralizarse en clips donde con vehemencia defendía a sus clientes y disparaba frases efectistas.

Hoy Oneto es, al mismo tiempo, el abogado personal del Presidente de la Nación y el defensor legal de un empresario que va camino a ser extraditado a Estados Unidos por tráfico de drogas y lavado de dinero. Se llama Machado. Le dicen “Fred”. Ya está detenido. Y el dato que hizo saltar todo es que uno de los aliados más cercanos a Milei, el diputado José Luis Espert, recibió 200 mil dólares de Machado para una campaña presidencial que no están rendidos en ningún lado.

Oneto, que en 2023 había sido candidato por la Provincia de Buenos Aires en la lista de Milei, quedó como único apoderado judicial del Presidente cuando se fue Diego Spagnuolo, tras el escándalo por los audios y los sobornos en la Andis.

Prontuario. Oneto tiene una especialidad que no figura en los títulos universitarios pero sí en su agenda: tomar causas que incomodan. Su currículum como defensor penal incluye un desfile de personajes difíciles de defender. Estafadores, asesinos, abusadores, femicidas e incluso pilotos iraníes bajo investigación internacional.

Uno de los puntos altos (o bajos, según se mire) fue el caso Generación Zoe, la red de estafa piramidal liderada por Leonardo Cositorto, quien prometía libertad financiera, espiritualidad y rendimientos imposibles. A Oneto no le tembló la voz cuando, en un debate en Twitter Spaces, soltó: “Sí, me contrataron para defender una estafa”. Cositorto terminó condenado a 11 años de prisión por asociación ilícita y estafas reiteradas. El sincericidio lo dejó trending topic por horas.

También se sentó del lado menos empático en uno de los casos más conmocionantes de la última década: el asesinato de Fernando Báez Sosa en enero de 2020 en Villa Gesell. Oneto fue parte del equipo legal de Máximo Thomsen, uno de los rugbiers condenados a prisión perpetua. Participó del juicio de altísima exposición mediática en 2023, y su sola presencia en la defensa terminó convirtiéndolo en una cara visible de un crimen que sigue generando repudio colectivo.

No fue la única vez. En el caso Érica Soriano, Oneto integró la defensa de Daniel Lagostena, pareja de la joven desaparecida en 2010. El cuerpo de Érica nunca apareció, pero la Justicia condenó a Lagostena a 22 años de prisión como autor del femicidio. Oneto intervino en las primeras etapas del expediente, que terminó convirtiéndose en un emblema de la lucha contra la violencia de género.

La lista no termina ahí. Según reveló el periodista Carlos Pagni, también habría sido abogado de los tripulantes iraníes del vuelo de Emtrasur, el avión venezolano retenido en Ezeiza en 2022 bajo sospechas de espionaje y vínculos con organizaciones terroristas. Oneto habría intervenido en la defensa legal de algunos de los pilotos, hasta que se les permitió salir del país.

El patrón es claro. Oneto no elige causas fáciles, ni clientes cómodos. Tampoco pretende agradar. Y en ese camino, logró lo que muchos buscan sin éxito: hacerse notar. Aunque eso implique estar, otra vez, del lado menos popular de la historia.

Mileísmo. Su desembarco en el entorno de Javier Milei fue menos ideológico que relacional: primero fue amigo de Diego Spagnuolo, el abogado que acompañó a Milei en su primera vuelta por la política y que, a su vez, venía del universo de José Luis Espert. Fue él quien ofició de nexo entre los economistas cuando intentaron una alianza en 2021. En ese mismo ida y vuelta apareció Oneto, convocado en 2023 para dar una mano en una demanda de Patricia Bullrich contra Milei.

Cuando llegó el momento de poner nombres en la boleta, Oneto ya estaba adentro. En 2023 fue candidato a vicegobernador de la provincia de Buenos Aires acompañando a Carolina Píparo, en la fórmula de La Libertad Avanza. Perdieron. Después, ya con Milei en la presidencia, Oneto dio otro salto: se convirtió en su abogado personal. El movimiento fue simple: Spagnuolo asumió al frente de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) y dejó el rol legal vacante. Oneto lo ocupó sin necesidad de acto formal. Ya estaba haciendo ese trabajo desde la campaña.

Desde diciembre de 2023, se lo ve entrando y saliendo de Casa Rosada y Olivos, a veces con nombre en los registros, a veces sin dejar rastro. Incluso mantuvo reuniones con Santiago Caputo, es decir que no solo entra a la Casa Rosada para hacerle firmar escritos judiciales al Presidente. ¿De qué conversaron? ¿De la defensa de Milei, de la defensa mediática o de cuestiones de armas? Caputo y Oneto comparten la pasión por las pistolas. Tienen el mismo instructor de tiro: Sebastián Flores, de Tecprocom.

Oneto también defiende a Milei en la denuncia por su promoción de la criptomoneda $Libra, en la que se lo acusaba de haber incentivado una estafa financiera. En la defensa mediatica dijo: “Si un presidente quisiera delinquir, no dejaría todos los dedos pegados”.

Desde los tribunales, algunos lo miran como un outsider con más “labia” que papeles. Patrocina al Presidente en demandas contra periodistas como Carlos Pagni y políticos como Elisa “Lilita” Carrió, e incluso lo defiende en una demanda que le inició Jorge Fontevecchia, fundador de esta revista y CEO de Perfil, por llamarlo “.(Perfil)

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