Tiempos y destiempos. Tus hijos y nietos pagarán la deuda (Héctor A. Palma)
El tiempo, inasible problema físico, filosófico y existencial. Hay tiempos biológicos, tiempos psicológicos, culturales, tiempos históricos y tiempos físicos, hay un tiempo profundo de los paleontólogos; también existe el segundo tiempo que se hace interminable cuando vas ganando uno a cero y pasa como un rayo cuando vas perdiendo. Nuestras vidas transitan en la encrucijada de todos ellos. Pero de todos estos tiempos que vivimos, en algunos coincidimos todos, mientras que en otros casos las mayorías vamos a destiempo del resto. Tiempos y destiempos en que nos toca vivir.
Tiempos
Ya pasó la época en que se pensaba (quizá algunos lo sigan pensando) que la historia sigue ciertas reglas o leyes. Muchos pueblos antiguos imaginaban un tiempo cíclico en que todo se repetía, una y otra vez, interminablemente; el siglo XIX pensaba que los pueblos y las culturas pasaban por tres momentos: salvajismo, barbarie y civilización. Pero, en verdad la historia tiene sus intrincados, caprichosos e inesperados vericuetos, imposibles de predecir, salvo para afiebradas mentes conspirogénicas que nunca aciertan y esconden rigurosamente sus poco rigurosos anticipos. Sin embargo, tenemos la posibilidad de analizar los acontecimientos luego de que han ocurrido, cuando ya no hay manera de modificarlos y nos es casi imposible imaginar como habría sido la historia si no hubiera sido la que fue. Es la parte en que los tiempos de todos nosotros coinciden, como si fuera un recipiente que nos contiene, son los tiempos que todos transitamos en conjunto. Por ejemplo, en la última década una cantidad inusitada de gobiernos progresistas han coincidido en el poder en América Latina (Bolivia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Paraguay, Argentina, por citar los más conspicuos). Más allá de las diferencias entre ellos, todos generaron fuerte crecimiento, una presencia del Estado en los resortes claves de la economía, una redistribución importante del ingreso y una baja de la pobreza y la desigualdad. En la década del ’70 también habían coincidido los sangrientos golpes militares que implementaron políticas económicas liberales de mayor o menor voracidad material y odio de clase. En los ’90, también coincidentemente, la avanzada neoliberal hizo estragos en la calidad de vida de las mayorías de la región.
Ahora vemos que en muchos países europeos que las derechas neoliberales en lo económico, a veces bajo las formas políticas más brutales, están sumando poder y presumiblemente sigan ganando en más países. Asimismo, en América Latina los partidos neoliberales van conquistando éxitos: luego de años de desgaste e intentos desestabilizadores hacia los gobiernos democráticos de la región, es muy probable que ganen las próximas elecciones en Venezuela, también es probable algún giro neoliberal en Brasil, en Argentina Macri ganó las últimas elecciones, Evo ya no podrá presentarse y no sabemos qué ocurrirá en Ecuador. No me extenderé aquí sobre las razones de esa situación, es la realidad que nos toca vivir en conjunto. Pero, mientras transitamos estos tiempos todos juntos, paradójicamente, también transcurrimos en destiempos profundos.
Destiempos
Muchos intelectuales y políticos radicalizados aseguran que todos los gobiernos y las políticas son lo mismo y nos prometen que si luchamos y sufrimos ahora, sobrevendrán tiempos de felicidad y plena justicia. No les parece relevante la diferencia entre ganar bien y ganar poco, entre irse de vacaciones y no hacerlo, entre darse algunos pequeños gustos cotidianos y no poder hacerlo. Mientras tanto se nos van los años y nos venimos viejos.
Los políticos que hace unos meses se habrían inmolado en Plaza de Mayo antes de conceder el pago a los buitres pero que hoy no tienen ningún empacho en considerar que eso es indispensable, están viviendo sus propios tiempos, los de su política chiquita y actual, quizá alguno hasta haya recibido dinero o alguna ventaja. El tiempo de ellos es ahora, pero hipotecan el ahora y el porvenir del pueblo.
Los neoliberales saben que es mentira lo que prometen. Los empresarios, economistas y políticos liberales saben que sus políticas llevan al desempleo, la miseria, la exclusión, la violencia. Pero cuando llegue el tiempo en que (otra vez) nuevas generaciones se den cuenta de que han perdido el tiempo que les toca vivir creyendo en ese relato, ya será tarde. Ya no tendrán jubilaciones, sus hijos quizá no hayan podido estudiar. Mientras tanto, en ese tiempo las grandes corporaciones, empresarios y las derechas habrán acumulado dinero.
Para el gobierno de Macri, el tiempo de eliminar retenciones, bajar salarios, trasferir monumentales recursos a los sectores concentrados de la economía, es hoy. Para el resto (salarios, bienestar, baja de la pobreza) el tiempo será en el futuro. Pero un futuro que nunca llegará.
Los economistas que manejan las finanzas mundiales, saben perfectamente que, al final no podrán cobrar sus préstamos. Su negocio es hacer creer que se puede refinanciar y seguir hasta que un dia se pueda pagar. Refinanciar una y otra vez mientras ese dia nunca llega y se cae en el default. Una refinanciación tras otra hasta que la política decida dejar de pagar o la realidad económica muestre que ya no hay más dinero. Cuando llegue ese día el tiempo de muchos de nosotros se habrá acabado. Aunque muchos no lo sepan los defaults de los países no son excepcionales, en las últimas décadas se cuentan más de cien. Mientras tanto siguen cobrando una y otra vez, extorsionando y asustando a los pueblos. Provocando crisis para poder mostrar que el ajuste es la única vía. Mientras tanto, también, se nos va la vida.
Macri sabe que su discurso cínico es una mentira tras otra, que nunca cumplirá lo que promete en esa media lengua de 200 palabras con las que arma balbuceantemente un discurso de autoayuda. Si consigue estirar eso tres años (con la censura de la oposición, la prensa oligopólica asociada, la represión, los sueldos bajos que disciplinan, algún crédito externo para que los de su grupo puedan fugar y lavar divisas) quizá gane nuevamente con promesas de un futuro tiempo feliz. Ese tiempo nunca vendrá.
Mientras tanto, tus hijos, tus nietos, los mios, trabajarán muchos más por el mismo salario, más esfuerzo para comprar menos, pagarán la deuda una y otra vez, en el tiempo que les toca vivir, el único que tienen; el único tiempo en que pueden ser felices o no.