Un clásico que vuelve: La represión (Por Laura E. García)

Un clásico que vuelve: La represión (Por Laura E. García)

La represión es una palabra con un peso simbólico muy importante en nuestro país ya que se asocia con el terrorismo de Estado. Pero no solamente se puede atribuir a este hecho histórico en particular ya que desde 1983 al 2002 la violencia policial en las manifestaciones sociales siguió existiendo a pesar de los diversos gobernantes democráticos que tuvo la Argentina.  

Estamos hablando de que el derecho de manifestarse abalado por la Constitución Nacional, se asociaba antes del 2002 con el uso de la fuerza policial y ponía en peligro la integridad de los manifestantes; las muertes en movilizaciones llegaron a su pico en diciembre del 2001, con más de 26 asesinatos. 

Tampoco hay que olvidar la represión del 26 de junio del 2002 en el Puente Pueyrredón y en la estación Avellaneda, que dejó como saldo muertos y heridos. Los despectivamente llamados “piqueteros”,  eran desocupados que pedían trabajo y fueron invisibilizados por una anarquía constante que se vivía en las movilizaciones.

A partir del 2003, año en el que Néstor Kirchner asumió como presidente, se aplicó una “política de no represión”. Este cambio implicó una transformación profunda en el modo en que el Estado se vinculó con las organizaciones sociales que protagonizaban las protestas y, específicamente, cómo se plantearon los operativos de seguridad en el contexto de las manifestaciones públicas.

A pesar de la nueva medida de no reprimir, las protestas sociales fueron en aumento a partir del 2003 llegando su pico máximo en el 2005. El saldo de muertes en este contexto de efervescencia social fue cero y se sostuvo hasta el año 2007 con el asesinato del maestro Carlos Fuentealba por la Policía de Neuquén. Por esta razón, es necesario revisar estos hechos históricos recientes para no dar pasos atrás.

La protesta de Cresta Roja que terminó con represión y quiebra de la avícola o los acontecimientos en la Municipalidad de La Plata, en la protesta en la que se reclamaba por la reincorporación de trabajadores y culminó con una brutal represión de manos de las fuerzas de seguridad, son ejemplos de un cambio en la política frente a las manifestaciones sociales.

El foco del problema está en utilizar las fuerzas policiales en beneficio de medidas gubernamentales sin respetar el derecho a movilizarse y reclamar de la ciudadanía. La no represión en las protestas sociales fue una batallada ganada, la cual fue reconocida por muchos sectores políticos más allá de las críticas que se pudieron dar al respecto, ya que se está hablando de la integridad física de los manifestantes.  Lamentablemente, está política, el nuevo gobierno no la incluyó en su agenda, y es el derecho de todos los argentinos el que está en jaque.

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